Ojalá no se pierdan nunca
estas ganas y la sonrisa
los pasitos fugitivos
cuando me invitás a caminar de noche
por lugares extraños
y me dás la mano para espantar el miedo.
Ojalá no se pierdan nunca
tu mirada de inocencia,
de niño grande,
y la seguridad que me dá
cuando decís que no existe nada malo.
Que no sea tan boba.
Ojalá no se pierda nunca
la costumbre de extrañarte
lo inevitable de quererte
las cosquillas
y el hábito de pensarte,
de ejercitar la telepatía.
Ojalá no te me pierdas nunca,
no te me vayas
dejandomé
en un Ojalá.