Jamás en mi vida había visto algo así, exclamó el doctor, esto es sin duda un grave caso de intoxicación!. Sin embargo el diagnóstico no confirmaba los signos que Mariela presentaba en su desolación.
Sentada en la camilla y rodeada de caballeros calvos con batas blanquísimas que la observaban espantados, ella no lloraba, sino que asumía con total naturalidad tener lleno de sal y arena el corazón. La explicación era mas simple que una intoxicación, se trataba una vez mas de un caso de amor.
Terrible había sido la desilución de Mariela cuando el mar, a cabo de un tiempo de idas y venidas le había declarado su amor eterno. Ella lo amaba, pero no podía soportar tanto descaro y falta de atención.
-El sabe perfectamente, exclamó, que yo le tengo al compromiso terror-. Y dicho esto abandonó el consultorio, dejando a su paso un reguero de pequeños caracoles como muestra de su profunda indignación.
no sé como llegue por acá, pero me gusto muchisimo tu blog! me gusta como escribis, quiero leerte más seguido!
ResponderEliminarCanta Rubén Blades en "El capitán y la sirena": Yo no sé respirar en la tierra, mi amor. Yo no sé respirar bajo el agua del mar, contestaba el marino, con pena.
ResponderEliminarGracias naty! me alegra mucho que te haya gustado!
ResponderEliminary que hermosa frase pitt, no conocia esa canción!q tristeza ese amor que no se puede realizar!