Cuando era chica tenía el sueño recurrente de que iba a la escuela sin zapatos y la mejor solución, amparada bajo la lógica de los sueños, era hacerme unos con papel de diario. Llegaba yo entonces a clases con unos zapatos de papel que no hacían mas que darme una falsa seguridad; la idea de que los avisos clasificados eran mejor que nada a la hora de enfrentar al mundo.
A veces vuelvo a tener el mismo sueño, y entonces me despierto y lo primero que hago es revisar si aún tengo zapatos de goma y tela, y no un engaño pintado. El día de hoy sin embargo, descubrí con horror que todos mis zapatos habían desaparecido. En su lugar había unos correctos papeles de diario, listos para armar y salir al mundo a lucir mis avisos clasificados.
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