Como explicar esta sensación de que una vez que se empieza a escribir se transforma en una adicción. Que con la cabeza llena de ideas, de flores, de burbujas, a cualquiera se le revoluciona el corazón.

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domingo, 22 de enero de 2012


Si tuviera que escribirte te diria que me tenes cansada, que ya no te soporto ni a vos ni a tu forma de hablar con lástima. Que odio que me robes el correro, que me espies en las ventanas, que me desestimes las amistades y me maldigas las plantas. Odio que tomes de mi vaso, que me mires de reojo de una manera que denota lo que pensas, que me busques los puntos debiles y me estrujes el pijama tratando de encontrar respuestas que jamás te voy a dar porque no te mereces ni un segundo de mi percepción acerca de los problemas de tu cotidianeidad barata.
No quiero verte mas rondando callejones buscando excusas para acabar con mi calma, no quiero que me acuses de tus penas ni que me sitúes tampoco en el papel de victima que merece ser cuidada. Quiero simplemente que me dejes en paz por un tiempo, que te mudes de mi vista, que me dejes desenojarme con todo el cariño que te tengo, el mismo que logra que aún no te entregue esta carta.
No quiero lastimarte ni ser lastimada, no quiero insultarte a los gritos en medio de la calle repleta de gente para que te miren con lastima, no quiero pegarte ni llorar en tus brazos, no quiero mas consuelos. Ni uno solo de tus abrazos. No quiero pasear mas con vos, que me crean a tu medida; tener que fingir con tu perro una empatía comprada en base a galletas y chocolatada. No quiero tener que decirte que el tuyo es un diálogo de sordos en el que unicamente vos dirigis la charla, porque ya me dí cuenta que en verdad no deseas escuchar ni una de mis respuestas que consideras innecesarias.No quiero encontrar tus mensajes y tus llamadas de madrugada.
Quiero respirar traquila, hundirme en té verde y rezar un mantra, pintar manadalas, creer que todo eso puede curarme el alma, bailar en pijama y brillar en calma, volverme hermosa nuevamente, coquetear sin miedos y sin responsabilidades y sobretodo y mas que nada, alejarme de vos para no tener que escuchar ni una de tus mediocres palabras. Te quiero, lo juro. Pero si no me dejas espacio voy a tener que gritar y entregarte esta carta. Lo siento, no me interesa mas nada.

lunes, 16 de enero de 2012

Coronel retirado


No quiero involucrarme en tu guerra, ya no soy el líder de la contienda, de eso solo queda esta piltrafa que ves ahora con toda la paciencia por fin conquistada y con la certeza de que cuando sea el momento todavía me puedo levantar y conseguir lo que quiera. Pero este no es el caso, no vale la pena, cada uno sabe que conviene o no arriesgar y cual es el precio que estas dispuesto a pagar. Cada uno sabe con que o quien cuenta entre sus armas. Y en este caso para mi no vale la pena, me retiro del juego como cuando se juega al truco y se esta seguro que se va a perder, o que no molesta realmente una derrota en  el caso que se le quiera dar un poco de cabida a un rival. Lo único que te pido es que me ahorres el momento, las disculpas, las culpas; me molesta que me sitúes del otro lado, que me etiquetes, que me analices, que me pongas del lado del pobre enemigo al que hay que matar pero al mismo tiempo compadecer por ser una pobre victima de tu guerra. Si yo jamás luche, no me tenes que dar una medalla, la contienda fue tuya, contra un montón de fantasmas que crees imaginar con tal de realzar tu grandeza, porque nadie reconoce al ganador de una pelea en la que se encontraba solo. No hay grandeza en el hecho de conquistar una tierra declarada tuya de antemano, ni hay tampoco interés propio en hacerlo si se sabe que así de simple se va a ganar toda pelea.
Ahorrame tus discursos que estamos a niveles distintos, y no lo digo desde la grandeza del contrincante sino desde el punto de vista de alguien que hace tiempo ya dejo las armas y se retiro tranquilo de la pelea. No me hagas planteos innecesarios que sabes que no valen la pena. No voy a volver a esta guerra. De hecho, jamás estuve allí.