No sé que hago acá y no se tampoco porqué me quedo. Está esta mujer que habla permanentemente con una voz terriblemente aguda , afilada, que cada tanto eleva el tono y asesta una cuchillada. Todavía se huele en el aire ese humo raro, blanco, que pasaron tirando cerca de las ventanas unos señores vestidos de amarillo y completamente cubiertos. El humo que nos tomó por sorpresa, que inundó la habitación y que en parte fue bueno porque permitió que la mujer, sorprendida, hiciera un poco de silencio.
Está toda esta gente prestando atención, escribiendo con cuidado las palabras que salen de su boca, esas sentencias de verdad que versan sobre el arte y que un poco también tratan de hacer literatura.
Y yo estoy acá, en medio, sentada. Sin irme y sin estar en realidad; sin ganas de salir afuera, lejos del olor a humo, de las personas con intereses ajenos que tal vez hasta disfrutan este momento.
Me encantaría irme de esta pieza, salir a caminar, pensar un poco, un poco menos de lo que pienso ahora, con mas aire y menos cuchillos. Pero en fin, pesar por pensar se puede hacer en cualquier lugar.
Ojala esta mujer dejara de hablar, nos dejara agonizar tranquilos. Tal vez este humo tiene algun efecto extraño y yo termine cediendo a la tentación de escuchar. Si tan solo hubiera silencio no habría necesidad de huir de acá. Cedería sin quejas al sueño que la niebla me provoca.
-Tal vez al despertar sea yo también una más-.
Estabas en la misma clase de lenguaje que yo...
ResponderEliminarjajaja, una clase de movimientos esteticos era, en el auditorio de la escuelita...ya no me acuerdo bien cuando, pero era todo muy de pelicula..
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