18 pasos y a mano izquierda hay un árbol de flores rosas. 35 pasos y un perro gris. 365 y tu casa. Casi como un año en pasos son los que nos separan desde este lugar preciso donde me encuentro ahora (365 días, casi 6 veces el tiempo que hace que nos conocemos).
Yo camino, a destiempo casi siempre, con estas piernas que son demasiado cortas o demasiado largas, con esas siestas insólitas a cualquier hora que me trastocan los días y me mantienen completamente despierta a las 4 de la madrugada como si fuera plena mañana.Siempre a destiempo con los números, siempre así de inexacta.
Vos me dijiste eso de los números, tenías una forma tan distinta de vivir las cosas, siempre controladas, medidas, pautadas. Tratabas de incluirme en tus esquemas en los que yo no coincidía, jamás lo hacía porque siempre sobraba o faltaba, siempre algo desarreglada. Y vos que poemas, que flores, que palabras. Y yo que canciones, que mensajes en lugares inesperados, que papas fritas en la madrugada. Y una renuncia mutua que levemente nos transforma, un poco de espacio para darle lugar al otro y vos que ahora escribis en papeles de colores o respondés mis cartas, y yo que cuento los pasos que me separan desde acá a tu casa.
Pero no creo que haya un punto medio entre dos posturas tan desencontradas y como empiezo a quererte te hago el favor de no cambiarte nada, de no desestabilizarte más de lo que ya estás; porque no hay vuelta atrás, porque a vos ahora te gustan las papas fritas y amí las palabras. Porque al fin y al cabo ni aunque hubiera querido hubiera podido llegar a tiempo hasta tu casa, siempre faltan pasos o sobran excusas, y resulta que las flores del árbol no son rosas sino blancas y el perro gris ya no está a 35 pasos míos sino a 35 de tu casa. Y en el camino mis piernas se hacen largas y me paso en el tiempo por 2ó 3 semanas.
Siempre así de inexacta.
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