Como explicar esta sensación de que una vez que se empieza a escribir se transforma en una adicción. Que con la cabeza llena de ideas, de flores, de burbujas, a cualquiera se le revoluciona el corazón.

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lunes, 28 de noviembre de 2011

Conversaciones con extraños

Hoy me encontré a mi misma  contando mi vida en la parada del colectivo a una desconocida. Quién iba a creerlo. Nunca creí en la psicología, siempre pensé que era cosa de gente rica que no tiene otra cosa en que pensar más que en sus “problemas”. Si supieran las que yo he pasado, esos son problemas. Tal vez si tuviera plata también iría a una psicóloga. Pero no, si tuviera plata no  tendría  problemas, tendría una casa, comida llenadora, educación. No tendría las peleas ni pensaría las cosas que pienso.
-         Sabés?.- le dije a la chica de la parada.- hace unos días me paré acá mismo, bien al borde del cordón de la vereda y pensé en quedarme en medio de la ruta a ver que pasaba.
-         Pasaban autos?.- me preguntó.
-         Si, justo pasaba un camión inmenso.
Nadie me dijo que iba a ser tan difícil. Hay gente a la que le resulta fácil vivir, comer, amar. Hay personas que nacen en la familia y en el momento indicado. Gente con carisma.
Mi papá un día se fue a la mierda. A la mierda, así hablaba él. Cuando mi mamá quedó embarazada del quinto hijo mi papá le gritó puta. Nos golpeó. Fue su forma de decirnos adiós supongo. Salió por la puerta y nunca más volvió. Buscaba una excusa, si mi mamá ni salía de casa, limpiaba y cocinaba nomás, era cualquier cosa menos una puta.
En cierto punto fue mejor, hubo un tiempo de paz hasta que llegó el nuevo novio de mi vieja. Pero que iba a hacer si la pobre ni escribir sabía, no conseguía trabajo. Necesitábamos alguien que nos mantenga y nosotros éramos todos tan chiquitos.
-         estuve a punto sabés?...de tirarme… pero no me animé. Pensé en mis hijos, en mis nietos…. Pero estoy tan cansada…. Me traen muchos problemas, pero no puedo dejarlos solos. Pensé en ellos y no lo hice.
No, yo no los voy a dejar. No me voy a transformar en mi viejo. En mi mamá perdida en su borrachera, llorando por un novio que desaparecía días enteros y volvía sin un peso. Pobre tipo también, engancharse una mina con tanto hijos; pero al menos teníamos casa, el también nos necesitaba.
-         Si entiendo.- me dijo la chica de la parada.- A veces es inevitable pensar así, no? Pero dejar de sentir no soluciona las cosas.
-         Si.- le dije yo.- Pero a veces me arrepiento de no tener el valor, de no haberlo hecho. Lo pienso seguido. Ya lo intenté antes y no tampoco me animé. También es injusto no poder hacer lo que quiero por los demás.
A mi me hubiera gustado estudiar. Trabajar de algo importante. Tener ropa linda. Casarme con alguien que me ame, que me lleve de viaje. Poder darle una casa a mis hijos en un barrio lindo. Una casa a cada uno para solucionar sus preocupaciones, para que no haya peleas.
Me gustaría que mis hijos me escucharan alguna vez. Cuando les decía que no les convenía; que no bebieran; que no se juntaran con esos amigos; que no se metieran en las drogas, en las peleas. Cuando les decía que estudiaran; que fueran algo digno; que se cuidaran. Ya estoy grande para seguir protegiéndolos. Para hacerme cargo de sus vidas, de sus problemas.
- Es injusto de todas formas.- me dijo ella.-  Hay que medir las situaciones, ver que causa más dolor, quién es más importante. Hay que pensar que lo único posible es remarla siempre, lo mejor que se pueda.
- No te preocupes nena. Todavía tengo miedo. Eso me salva.

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