A veces me pierdo en el olvido. Es necesario entonces retomar el camino, releer un libro, un diálogo, volver a escuchar una canción, revivir un recuerdo mal vivido, buscar un gesto en la memoria, una voz.
A veces me pierdo en mis historias, en personaljes, en mágicos realismos que no son verdad sino más que pura escritura, ideas plasmadas con artilugios de palabrerías que simulan volverlas posibles, táctiles, modificables como un pedazo de pan al que se puede desarmar.
Sin embargo, cuando me pierdo, nunca puedo volver como era; empaparse en los recuerdos, en los delirios mal contados derivan a veces en la pérdida irreparable de un pedazo de lógica racional. Es como un gran ovillo de lana, y encontrarse de frente con un recuerdo guardado arrastra consigo un montón de experiencias olvidadas, llegando a un punto en que detenerse sería como cortar el ovillo a la mitad, de una vez y para siempre perderse en la memoria. Hay una lucha constante entre lo que fué y lo que será, entre vivir sin estar atado a los recuerdos y a la vez no olvidar.
Cada vez que me pierdo en el olvido no me queda otra que esperar, aguardar pacientemente a mi reencuentro, a mi reconciliación frente a lo que va a ser el mundo real.
Qué curioso, pensaba mientras te leía que el único remedio para no quedarse perdido es la realidad. Pero también que perderse así es la única manera de encontrarse, de seguir descubriendo nuevas playas en nuestro creciente mar.
ResponderEliminarUn Saludo y gracias por tus visitas.